Las obligaciones que cada uno nos hemos impuesto nos convierten en un corredor que se sube a una trotadora a correr, a quemar calorías, a agotarse, pero sin avanzar ni un solo metro.

Somos inconformistas por naturaleza. Cada etapa cumplida siendo empleado y cada objetivo logrado, en ocasiones, no llenan nuestras expectativas, lo que nos invita a seguir sumando, a continuar subiendo en una montaña evolutiva profesional cuya cumbre es difícil visualizar.

Muchos han integrado una paradoja con la que intentan huir de un trabajo que no aporta sentido a sus vidas y les exige un esfuerzo que nunca parece dar frutos. Se encuentran corriendo en una trotadora con una banda sinfín.

Y… ¿Por qué no pensar en trasladarse al universo emprendedor, como estímulo para buscar modelos alternativos de relación con el trabajo y de sentido de vida, con modelos que conjuguen libertad profesional y desarrollo personal?, esto significa salirse del esquema, huir de un eterno sistema de trabajo basado en ser empleado, de valores basado en la mera acumulación de bienes materiales y ascenso profesional en la jerarquía organizacional. Entonces, ¿por qué no?: trabajar con independencia, flexibilidad y reducción de horarios, pero también vivir con menos, dedicarse a actividades que contribuyan positivamente a la sociedad, incluso elegir vivir en lugares alternativos a las grandes ciudades.

En la metáfora de la trotadora entran en juego aspiraciones que uno mismo se impone: “Trabajar duro dejándolo todo al lado, horarios excesivos, trabajar para otros, evaluaciones de desempeño, reprimenda ante el error, dependencia salarial”. En cambio, cómo sería: “trabajar duro, lanzar rápido y equivocarse, hacer muchos “pitches”, conseguir inversión, conseguir a un gran equipo, acudir a eventos a contar tu éxito antes de que suceda y finalmente, si hay mucha suerte, vender TU empresa por una cantidad relevante”. Haciendo lo que quieres hacer, sin parar, y disfrutar del proceso y también deleitarse cuando lo hayas logrado, porque es TUYO.

A la hora de analizar el momento en el que decidir cuándo bajarse de la trotadora a tiempo, es importante no hacerlo por un mero capricho, sino al tener la inquietud y la motivación suficiente, que nos impulsen a dar el primer paso.

Los que han decidido bajarse, hablan de su experiencia como de un salto al vacío, conscientes de que salir del “sistema” supone un alto riesgo y requiere mucha creatividad, para inventar un modelo de negocio que haga sostenible financieramente la elección de un nuevo estilo de vida.

Hablan de que el dolor del cambio debe ser menor que el del no cambio y es necesario que, quien decida hacerlo, se transforme para estar en un proceso de adaptación continua, para detectar el momento y tomar la decisión de empezar a hacer las cosas diferentes. Es su responsabilidad conocer las características necesarias para mantener vivo un proyecto, tener la madurez personal, espíritu crítico y capacidad de asumir riesgos.

Habrá que recorrer una dura carrera de obstáculos que representa poner un producto o servicio en el mercado. Pero en esa carrera, sí se avanza y sí se crece personal y profesionalmente, así esté repleta de obstáculos.

El problema de una trotadora es que, aunque corras como un desaforado y quemes todas las calorías del mundo, seguirás en el mismo sitio”. Bájate de esa trotadora a tiempo.