Solo una de cada diez empresas sigue funcionando tres años después de haber arrancado.

Crear una “startup” tiene más riesgos de los que se cree y muchos emprendedores se lanzan a la aventura sin saber dónde se están metiendo. Esto no significa que sea una mala idea que montes tu propia empresa; lo que no está de más es que tengas la información suficiente para reducir tus posibilidades de fracaso.

La propuesta de valor
Un startup es una empresa, y una empresa debe tener claro para que viene al mundo, qué pretende aportar, qué quiere mejorar, qué tiene de nuevo, de diferente. Porque si no lo sabe, es mejor que no empiece.
Es sorprendente el número de empresas que existen simplemente porque han encontrado un algoritmo, o una tecnología, o una idea, o una ocurrencia, y no han pensado ni por un momento si el mundo lo necesita, lamenta, aunque reconoce que este problema no afecta exclusivamente a compañías incipientes. También es cierto que otras ya consolidadas han olvidado para qué existen.
Una buena propuesta se compone de un producto que valga la pena. Para construirla y sentar sus bases, un emprendedor debe tener en cuenta valores como la coherencia, el tiempo y la identidad. Debemos entender que una propuesta de valor está siempre en la cabeza y en el corazón del cliente, sólo existe ahí. La propuesta de valor no pertenece a la empresa; es cómo nos perciben desde fuera.

El equipo
Las estadísticas indican que las empresas que empiezan con un único socio fundador tienen más probabilidades de fracaso.
Contar con un equipo multidisciplinario desde el inicio ayuda a que el impulso al arrancar sea más fuerte y la distribución de funciones revierta en una mayor eficiencia.
El equipo forma parte del ADN del proyecto y es su activo más importante. Hay que apostar porque reinen perfiles distintos pero complementarios y que estén alineados con la cultura del emprendimiento. Habrá que valorar el talento, la visión, el carisma, pasando por la historia profesional o experiencia en el sector y en el modelo de negocio.

El modelo de negocio
Los emprendedores necesitan evitar construir algo perfecto antes de lanzarlo al mercado. Necesitan crear su producto y obtener una validación inicial. Necesitan probar que la gente va a comprar lo que están vendiendo, que lo van a utilizar, así que su primer objetivo es descubrir cómo conseguir que lo prueben y obtener retroalimentación.
Entendamos que la innovación no solo ocurre a nivel de producto; también puede haber disrupción en un modelo de negocio. Debemos profundizar en la evaluación del negocio con una mente abierta, cuestionándonos si existen opciones mejores a la que hemos pensado inicialmente.

Saber presentar
Algo que resulta muy fácil para unos pocos, pero demasiado complicado para el resto.
Un emprendedor no debe tener un solo discurso para presentar su proyecto. Si van a presentar su proyecto a un inversionista tienen que ser capaces de generar confianza hablando de mercado y elementos financieros. Si hablan con la industria, tienen que ser conocedores del negocio.

Para conseguir el objetivo que se propongan, recomiendo enfocar el discurso desde una dinámica positiva de exponer qué gana la audiencia con el proyecto y qué el emprendedor. Además, propongo como ejercicio para avanzar en este punto el desarrollo del “elevator pitch”, un discurso de apenas dos minutos donde se expliquen los beneficios de la idea de negocio.

Estas ideas prácticas y sencillas, ayudan enormemente a quienes tienen la ansiedad por empezar su propio camino como emprendedores.