Según la leyenda, en 1519, el conquistador español Hernán Cortés llegó a México y, para evitar que sus hombres pudieran retroceder o huir, ordenó quemar sus barcos. Esto significaba que no había forma de regresar y la única opción era avanzar.

En nuestras vidas, nos encontramos con múltiples “Puntos de Elección”. Son momentos en que decidimos si seguimos la ruta hacia nuestras metas o permitimos que la distracción o el miedo nos hagan retroceder. En estos momentos se pone a prueba nuestro factor del compromiso.

Desafiar el status quo requiere compromiso. Considera, por ejemplo, cambiar de carrera; es la quema de tu barco personal. ¿Lanzarás el dado o retrocederás? Cada día tienes la oportunidad de reforzar tu compromiso en estos puntos de elección. Se estima que una persona hace entre sesenta y ochenta decisiones conscientes cada día. En estos momentos demuestras tu nivel de compromiso. ¿Escogerás ese momento para renunciar? ¿O vale la pena el sacrificio para cambiar y optar por un nuevo camino que te acerque a una vida alineada con el futuro que deseas?

A diferencia de la motivación, que fluctúa, el compromiso es fijo. Estás comprometido o no lo estás. Esta verdad puede ser difícil de admitir y desafiante de enfrentar, porque romper un compromiso equivale a romper un contrato interno. En algún momento de tu vida, podrías haber dicho: “estoy comprometido a mejorar mi salud”, “estoy comprometido con esta relación” o “estoy comprometido a completar este curso de formación”. Tal declaración es el inicio de un contrato interno contigo mismo, un contrato que podrías romper si tu motivación decae y no cuentas con las herramientas y personas adecuadas que te ayuden a reafirmar y comprometerte.

Si tienes la intención clara de continuar, sin importar los obstáculos que encuentres, con cuatro ingredientes clave puedes aumentar tus probabilidades de éxito construyendo una base bajo tu compromiso más fuerte que la motivación.

Cuando eliges consistentemente este último camino, experimentas un cambio interno que conduce a una mayor sensación de autonomía y satisfacción en la vida. Pasas de ser un pasajero a convertirte en el conductor de tu vida.

Si encuentras dificultades y contratiempos, la decisión de llegar hasta el final debe surgir desde lo más profundo de tu ser y, en lo ideal, estar vinculada a una imagen y algo más grande que tú.

Entonces, al igual que “quemar los barcos”, enfrentamos nuestras decisiones. ¿Nos atreveremos a cruzar y asumir plenamente las consecuencias de nuestros actos, o nos quedaremos en la seguridad de la orilla, observando cómo se desvanecen nuestras ambiciones?

En última instancia, solo nosotros decidiremos si quemamos las naves y, al hacerlo, definiremos el curso de nuestra existencia. En esos puntos de elección, somos los arquitectos de nuestro destino. Es aquí, en este acto de decidir, donde residimos más plenamente en nuestra humanidad.

Así que, cuando te encuentres en tu propio punto de elección, decide y abraza tu camino, sea cual sea, con valentía y convicción. Porque en ese momento, al quemar las naves, es cuando verdaderamente te conviertes en el autor de tu propia historia.