He sentido la frustración de compañías en su proceso de transformación digital, mismo que lo han expresado como un desconocimiento real del camino emprendido e incluso lo han llevado a términos de la palabra “fracaso”.

La pregunta que me viene a la cabeza es la de saber si están haciendo lo suficiente, o si están haciendo lo correcto. Es lógico pensar que los resultados de estas grandes transformaciones no aparecerán de manera rápida en el estado de pérdidas y ganancias de la empresa, porque bien es cierto que estamos hablando de cambios en el modelo de negocio o en una manera completamente distinta de hacer las cosas. Lo que implica, alteraciones en el funcionamiento de la organización, en su cultura y sin lugar a duda, en la manera de pensar y actuar de las personas, y esto no pasa un abrir y cerrar de ojos.

Como ya es sabido, esto no se trata de mirar qué robot o qué inteligencia artificial o realidad virtual se debe implementar y dejar que se ejecute.

Lo más importante de este proceso, para disminuir la tasa de fracasos, es tener consciencia sobre su relevancia y de las implicaciones que ésta genera en las entrañas más profundas de la organización.

En este último periodo, en el que he tenido la oportunidad de hablar con líderes de empresas o recorrer los pasillos de los laboratorios digitales o los “agile rooms” en algunas compañías, he percibido tres aspectos a los que no se les ha dado la importancia debida, y que, por ende, podría sospechar que son los culpables de esta frustración en el proceso de transformación

1. A los líderes, quienes están inmersos con sus organizaciones en este proceso, les hace falta tener una mirada holística y colectiva sobre cómo cambiará su industria en el futuro, por lo tanto, no están pensando en cómo probar el futuro del negocio en un escenario distinto. Porque no han cambiado la forma de medir el éxito y valor futuro de su negocio.

2. A las personas que están de lleno inmersas o “arremangadas” en el proceso de transformación les hace falta la adopción de un nuevo enfoque para pensar, encontrar y resolver problemas, porque creo que siguen mirándolos desde la escasez y no desde una posición de abundancia. Se siguen preguntando qué problemas hay que resolver, en lugar de pensar en condiciones o estados futuros deseados.

3. Finalmente, la forma de operar, he visto que sigue siendo la “camisa de fuerza” que evita la verdadera transformación. Esto me lleva a insistir que un nuevo modelo de negocio requiere una reconfiguración de actividades, funciones, información y nuevas formas de trabajo. Y esto como consecuencia, conllevará a que se replanteen los roles y las responsabilidades de los seres que habitan el entorno de transformación.

Con los tres puntos mencionados, reitero que una efectiva transformación, como se pueden dar cuenta, es más humana que tecnológica.

Si aun están a tiempo, traten de evitar la fatiga por transformación, porque esto repercutirá en el agotamiento de las capacidades organizacionales y no se podrá lograr con éxito la tan anhelada y necesaria transformación digital.