Las únicas limitaciones las pone cada uno, es decir, a través de nuestras creencias.

Si queremos lograr algo grande, lo digo sin rodeos, no busquemos fundamentos, ni pensemos en términos racionales. No quiero decir que razonar sea malo, pero todo razonamiento tiene como pedestal parte de nuestras creencias y muchas veces estas creencias son limitantes o tendenciosas, por no decir, falsas. El problema es que el ser humano, por el hecho de ser humano es adepto a sus creencias.
Esto significa que, si queremos conseguir algo grandioso, diferente, algo “wow”, tendríamos que estar dispuestos a romper esas barreras limitantes y abrir la mente para amplificar nuestra realidad.

Grandioso es algo que está más allá de los límites de nuestro pensamiento común, el de la mayoría de los mortales, el del pelotón, el de “cualquiera”.

Si limitamos nuestras alternativas a lo que vemos como posible o dentro de lo que es razonable, nos estamos alejando de lo que realmente deseamos y tendremos que conformarnos con lo que hay.

Nuestras creencias –bien o mal– determinan lo que pensamos y hacemos, y por ende lo que vamos a conseguir o no.

Lo más conveniente, desde mi punto de vista es, no tratar de desaprender o que sabemos hacer, sino empezar a aprender desde cero algo nuevo sobre cimientos más sólidos. De otra manera, quedarían simples parches. Seguramente, duele más, cuesta más y el proceso será el camino más largo, sin embargo, les aseguro que el camino es más sólido, satisfactorio y duradero.

Puedo decirles, que casi siempre, el verdadero desafío está en aprender a no hacer lo que nuestra mente limitante o la razón quiera o nos ha enseñado a hacer.