Si se quiere triunfar en la economía digital es necesario guardar equilibrio y tranquilidad. Hay que entender lo que está por venir y cómo hacerle frente.

Intentemos comprender cómo la tecnología nos está cambiando la vida y averigüemos cómo va a seguir haciéndolo. Todas las empresas consultoras y los expertos por doquier compiten por dar la fórmula secreta, para adaptar a las compañías a nuevos estilos de consumo y modelos de negocio innovadores. En la mitad de esta turbulencia, los altos mandos de las empresas se sienten desconcertados tratando de desgranar el futuro de los avances tecnológicos y los componentes de esa fórmula secreta. Sus primeros ingredientes pasan por adaptarse a una sociedad formada por humanos y máquinas, la personalización de servicios y productos y la necesidad de ingeniárselas para mantener el negocio tradicional al tiempo que se innova.

La digitalización ya es uno de los puntos de inflexión que lo está cambiando todo. Estos cerebros juntos, de consultores y altos mandos, que se reúnen continuamente están de acuerdo en un punto intermedio entre la conquista de las máquinas y la ansiedad: desaparecerán algunos puestos y ciertas tareas de trabajo, pero las personas seguirán siendo indispensables en la mayoría. Las nuevas tecnologías van a hacer desaparecer ciertos empleos mecánicos, pero los reconvertirá en otros. No dejará de haber empleados, pero cambiará el tipo de trabajo que desempeñan. Además, todas las revoluciones industriales lo han hecho antes, sustituyen algunas tareas por máquinas que hacen el mismo trabajo más barato y más rápido. La diferencia ahora es que lo que las máquinas sustituyen no es la capacidad mecánica, sino la intelectual. Asumirán ciertas funciones cognitivas que ahora desempeñan los humanos.

Pero además de tener que “competir” a la hora de mantener el empleo, las máquinas también se convertirán en un cliente para muchas compañías. En un tiempo no muy lejano, las máquinas, que podrán tomar decisiones de consumo, también serán nuestra audiencia. ¿Cómo hacer para que una máquina decida que tu producto es el mejor para quien lo quiere comprar? No tenemos que convencer solo a personas, también a la inteligencia artificial, que podría tener un sistema de toma de decisiones y de análisis de información diametralmente opuesto al nuestro. Y ya está pasando, hay empresas que, desarrollan algoritmos y se desempeñan en ese escenario cada día. Pueden existir, clientes máquina y clientes humanos. Y piden cosas diferentes, para la máquina habría que desarrollar algoritmos perfectos desde un punto de vista matemático y haría falta un tipo de analista distinto.

La otra pata que está transformando la nueva economía digital son los hábitos de consumo. En el sector de la televisión en streaming se ve un ejemplo muy claro, las plataformas como Netflix están atrayendo a espectadores que antes consumían únicamente televisión tradicional, donde “habitan” los anunciantes. Esto supone un problema para la industria de la publicidad, porque ahí, de momento, no pueden “habitar”. De hecho, la gente paga para que no haya publicidad. El público ahora consume de forma distinta y en nuevos medios, así que identificar dónde está y cuáles son sus intereses se ha convertido en un nuevo reto. Una de las opciones para resolverlo pasa por la personalización.

Los emprendimientos y la economía colaborativa también han dado una vuelta de ciento ochenta grados a los modelos de negocio tradicionales. Antes las empresas nacían para competir con otras empresas. Pero ahora los usuarios también son tu competencia. Se pueden ir a pasar un fin de semana a un hotel y dejar su casa alquilada en Airbnb. Me encanta ver ahora cómo las grandes corporaciones se enfrentan a los individuos, que además son sus clientes.

Todo esto lleva a la necesidad de continuar con el negocio tradicional al mismo tiempo que se diseñan nuevos modelos para estar al nivel de la innovación y adaptarse a lo que los usuarios buscan. La economía digital ha cambiado las reglas del juego, pero es interesante ver a las empresas cómo siguen luchando al intentar evolucionar sus modelos nuevos sin destruir los anteriores. Sin embargo, aunque suene a recomendación de consultor, es necesario planear con minucia la transición desde el modelo y la estructura actual, que todavía existen y dan beneficios, entendiendo que su decadencia se está produciendo más rápido de lo que uno piensa. Esa situación es una realidad absoluta en cualquier compañía.