Necesitamos reconocer a la colaboración y al espacio en su conjunto, como los generadores de verdaderas sinergias, ambos detonan la actividad creativa de alto valor agregado.

Llevo ya un tiempo trabajando con compañías de diversa índole desarrollando alineación en torno a su proceso estratégico y de consolidación de sus equipos directivos. Me ha resultado muy interesante porque me ha enfrentado a observar, analizar y entender la manera en que creamos, un proceso que la mayor parte de las ocasiones va de la mano de la inspiración y se atiene en teoría, al capricho de la particularidad de cada persona u organización. Sin embargo, a través de las sesiones que he llevado a cabo han surgido ciertos elementos que de forma recurrente parecen impulsar la tan renombrada tendencia, que se basa en la creación a través de entornos colaborativos.

Uno muy evidente y que quiero citar en esta ocasión es la importancia del espacio para la creación. Generar ideas en contextos significativos, esto es, en “entornos inmersos” donde los elementos que nos rodean favorecen la expresión de la creatividad. El “ambiente” nos conduce a un tipo de comportamiento o a otro. Soy testigo de que los estímulos externos repercuten contra nuestros sentidos y facilitan una química que hasta el día de hoy no he podido explicar, pero que sí, se siente, está ahí.

Por qué y cómo se puede entender que el proceso de creación y generación de ideas es, en esencia, colaborativo y el espacio lo favorece aun mas.

La creatividad es una aptitud que nos viene con el “equipamiento de fábrica”. Como humanos contamos con esta capacidad y la forma en que desarrollarla tiene que ver, sobre todo, con la interacción que establecemos con el entorno y con los demás. Así, podemos entender que la estimulación, humana y material, que nos rodea condiciona la forma en que explotamos esta habilidad. Ahora bien, detrás de esta simple afirmación, puede haber técnicas que nos ayuden en el proceso. Eso sí, hay que reconocer que no estamos ante una secuencia lineal, como muchas veces se presenta en los modelos clásicos la creación, sino ante un proceso complejo de ires y venires, avances y retrocesos.

Estimular la creatividad para concebir grandes ideas quizá pase por suspender ciertos axiomas con los que convivimos. ¿Dónde encontramos nuestras fuentes de inspiración y cómo las transformamos en un resultado digno? Puede haber momentos diferentes y soluciones únicas, pero creo que hay un patrón que pasa por jugar con la estimulación de forma circunstancial. Hay momentos y momentos, personas y personas. Como tantas otras veces, necesitamos herramientas pero a sabiendas de que no todas las personas las usamos de la misma forma ni en los mismos momentos.

En fin, como quiera sea, disfruto realmente mucho estas sesiones observando los comprtamientos de las personas y su interacción en la actividad creativa, solo quería dejar por aquí una breve reflexión al respecto.