Llevo algún tiempo investigando para tratar de entender sobre la manera de reprogramar nuestra manera de pensar y de actuar en consecuencia, con el fin de lograr un mayor enfoque en las cosas que realmente importan.

No me pueden negar que en el mundo de hoy, los que mandan y dirigen nuestro comportamiento y forma de conducirnos diariamente, son el entretenimiento y la distracción. En el mundo laboral, y más aún, con el actual entorno de oficina desde la casa, las notificaciones del teléfono móvil y de las redes sociales, erosionan nuestra capacidad para concentrarnos. Lamentablemente, como resultado de este hecho, muchas personas se encuentran “atrapadas” en este marasmo, sin saber de qué manera salir de las arenas movedizas.

Pero puedo estar seguro de que si no tomamos la decisión de cambiar, nuestra manera de pensar y de actuar, alguien nos “programará” para que le ayudemos con sus objetivos.

Tomemos el control de nuestros pensamientos, comportamientos y desarrollo profesional.

“No podemos dejar que las necesidades de otros, definan nuestro propio desarrollo”

No les diré que cambiar la forma de pensar, desaprender y “reprogramarnos” sea una tarea sencilla, lleva un tiempo; más aún si tenemos la rutina constante de perdernos en las redes sociales cada vez que tenemos oportunidad, revertir este hábito tomará algún tiempo no tan corto. Porque desaprender no es cuestión de días.

“El camino podrá parecer largo, pero más largo será sino lo caminas”

Bien entonces, teniendo en cuenta de que no se trata de una decisión como cuando uno quiere cambiar el color del pelo para verse diferente, sino de un proceso, paulatino y constante. Acá les menciono tres sugerencias que nos pueden ayudar a dirigirnos hacia esta transición:

  1. Construyamos nuevas creencias sobre nosotros mismos

Esto significa que debemos pasar un tiempo cada día, así sea mínimo, construyendo confianza y nuevas certezas sobre nosotros.

Llevemos un sencillo diario o bitácora en la que indiquemos cuánto hemos mejorado en los aspectos relevantes que queremos modificar: Física, emocional, mental o profesionalmente, mejorando cada día un uno por ciento. Pequeños avances suman.

Es mejor hacer todos los días un poco, que un solo día mucho, así lograremos un mayor y sostenible éxito a través del tiempo.

Si no construimos creencias sobre quiénes somos, alguien más lo hará. Debemos declarar cómo queremos usar nuestro tiempo y quiénes queremos ser.

Es momento de reflexionar, para saber si estamos asumiendo toda la responsabilidad de nuestra vida profesional, si estamos a cargo, o si alguien más está tomando las decisiones.

Es tan fácil y cómodo dejar que alguien más se haga cargo de nuestro desarrollo, de esa manera, si las cosas terminan mal o no nos gusta lo que hacemos, tenemos a alguien a quien culpar. Es fácil señalar con el dedo a otra persona, en lugar de asumir la responsabilidad del camino que debemos seguir, para desarrollarnos profesionalmente de la manera como deseamos hacerlo.

Por ejemplo, si somos de las personas que culpamos a los incómodos compañeros de trabajo, a los jefes incompetentes y a la empresa injusta, generadora de nuestros problemas (de nuevo, ¡culpando a otros!). Nunca asumiremos la responsabilidad de lo que realmente queremos ser profesionalmente. Si no estamos de acuerdo con la empresa, jefes y compañeros, nos sentimos enfermos y cansados, ¡renunciemos!

2. Más aprendizaje y educación, menos entretenimiento o distracción

Actualmente, la mayoría de las herramientas tecnológicas y redes sociales que las personas usan cada momento de su tiempo en el que permanecen despiertas, arruinan su concentración.

Por eso es preferible elegir el aprendizaje y la educación, por encima del entretenimiento o la distracción.

Ver series en la televisión y usar las redes sociales no es malo. Pero estas actividades diarias y en exceso, tienen efectos secundarios, y están devastando nuestra capacidad de enfoque, conocimientos y crecimiento, al nivel que es necesario para lograr éxito profesional.

Cambiar nuestro enfoque en la manera de pensar requiere que estemos presentes. Dondequiera que estemos, “estemos, aquí y ahora” – no nos detengamos en el pasado ni nos preocupemos por el futuro. Cambiar requiere liberar la distracción excesiva.

Si genuinamente queremos dejar de andar como un barco a la deriva en nuestro desarrollo profesional y lograr un verdadero progreso hacia lo que queremos, comencemos eliminando distracciones como el exceso de televisión y redes sociales.

“Si no aprendemos, no evolucionamos”

Al no hacer conciencia desde ahora, podríamos darnos cuenta tarde en algún momento, de que hemos estado atrapados en un trabajo, relación o estado mental mediocre durante años.

3. Si hacemos solo lo que sentimos, no estamos haciendo mucho

Muchas personas dejan que la forma en que “se sienten” dicte el curso de sus acciones.

Es decir, si se sienten cansados, duermen; si se sienten sin inspiración, no crean; si no tienen ganas de cambiar, por lo general no lo harán.

“Si la mayoría de las veces haces sólo lo que te apetece hacer… no harás mucho”

Cultivemos un mantra o ritual saludable “no importa cual”, como parte de nuestra rutina diaria. Un mantra o un ritual que “controle” nuestra mente y pase lo que pase, nuestro mantra, mandará a que lo hagamos. Incluso si no nos apetece.

Sin duda y por experiencia personal, esta es la mejor manera de ayudarnos a direccionar a nuestra mente y a diseñar nuestro propio destino profesional; lo que a la vez, nos mantendrá más motivados.

Es decir, si queremos cambiar nuestra forma de pensar para apropiarnos de nuestro desarrollo profesional, tenemos que hacer un cambio a la vez, pero todos los días.

Quizás es una elección que cualquiera puede hacer, pero lamentablemente solo unas pocas personas lo hacen. Porque la mayor parte de las personas solo quieren “ser aceptadas” dentro de su grupo o comunidad y disfrutar de la seguridad de la zona de confort: pasar inadvertido, caminar sin ser visto, no hacer mucho ruido y vivir sin las mayores dificultades posibles.

Pero vivir sin desafíos o complicaciones termina tarde o temprano, transformándose en mediocridad.

“La zona de confort no es un destino”

No podemos subordinarnos sin sentido a los demás y esperar por ósmosis el desarrollo profesional y personal que realmente soñamos. Necesitamos asumir la responsabilidad de nuestras creencias, pensamientos y acciones. Si algo no funciona, cambiémoslo.

El problema es que la mayoría de la gente no está dispuesta a tomar las riendas. Sé que es difícil saber qué creer, cómo actuar, qué hacer y en qué convertirse, pero si nunca nos hemos tomado el tiempo para diseñar nuestro desarrollo, entorno, hábitos, creencias y rutinas, entonces sin duda, alguien más lo hará. ¿Listos para asumir nuestro desarrollo profesional?