Conocer tu propia, comprender lo que te hace ser “tú”, es esencial. Si reconocemos nuestros propios errores, batallas, derrotas y malos momentos, podemos darnos cuenta de lo que      nos ha hecho lo que somos y lo que nos puede facilitar cómo encontrar nuestra vocación.

Conocernos a nosotros mismos comienza admitiendo nuestros errores. Recibir un ascenso laboral puede ser la medalla a nuestro talento y al trabajo duro, pero ser despedido ofrece una    prueba a nuestro carácter, capacidad de adaptación y arrojo.

Cuando la vida deja de ser fácil, uno va más profundo y trata de entender las reacciones que nos llevan a encontrar nuestra verdadera vocación.

A este descubrimiento se le llama “zona de sentido”, son las actividades que nos apasionan y que las haríamos de forma gratuita, sin quejarnos ni desesperarnos.

La capacidad de identificar momentos de “determinación” es algo que los líderes deben llevar en su ADN, experiencias que van desde grandes sucesos, como lograr reconocimientos que dejen huella, a los más personales como la lucha contra una enfermedad o accidente potencialmente mortales. Así, se encuentra a la capacidad de adaptación positiva a través de la adversidad, como la habilidad más poderosa del ser humano.

Estos momentos son los acontecimientos y experiencias que no aparecen en nuestro currículo u otros medios que utilizamos para presentarnos al mundo. Y son estas fuentes de auto-comprensión y conciencia, las que generan nuestra capacidad de conectarnos con los demás y nos motiva hacia objetivos comunes, y nos dan el empuje necesario para superar obstáculos a lo largo del camino. Estas historias sinceras de nosotros, son la clave por convertirnos en líderes y nos muestran por qué otros se sienten atraídos y nos siguen.

Las personas exitosas son conscientes de sí mismas, tienen una voz interior y le prestan atención. Comparten generalmente: las decepciones, los fracasos, el dolor, y los tropiezos. Tales personas tienen las ganas de lograr algo grande y es esa “vocación” lo que las hace ver lo que muchos ignoran.

El miedo al fracaso puede impedirnos abrazar la verdadera vocación, después de todo, ¿qué sucede si fallamos en lo que más nos importa?

Pero como mencioné antes, un revés de la vida nos da la capacidad de seguir nuestra voz interior. Por ejemplo, la escritura puede ser un pasatiempo, que ante un despido puede comprometernos a convertirlo en nuestro pilar de vida. Convertir nuestra vocación como la ruta para superar cambios, puede hacer más significativa y productiva nuestra carrera profesional.

A largo plazo, la vocación supera al talento, se los aseguro.

Una reflexión diaria de introspección nos puede conducir a una mayor auto-conciencia y comprensión. Hacerlo nos ayudará a conocernos y a capturar experiencias que se pierden en el frenesí del día a día en el trabajo, pero que pueden revelar las cosas más importantes de nosotros.

Inténtelo con una simple pregunta diaria ¿qué cambio generé el día de hoy?