La gente de hoy está demasiado ocupada enfocándose en cosas que no serán importantes a largo plazo.

Parece que entre más subimos en la jerarquía organizacional, mayores se vuelven nuestras responsabilidades. Nuestro trabajo, familias, amigos e incluso nuestros dispositivos electrónicos y redes sociales siempre están compitiendo por nuestra atención. A veces se siente como si estuviéramos corriendo en una banda sinfín, tratando de ganar el ritmo a todo.

Lamentablemente, estar ocupado no es un estado difícil de alcanzar. Siempre que hay un espacio de tiempo sin hacer nada, hay cosas que pueden llenarlo. El problema es que muchas veces nos enfocamos en cosas que en realidad no agregan valor a nuestras vidas. Muchos de nosotros estamos ocupados, pero no somos productivos.

Creo que es el momento de evaluar si lo que estamos haciendo se alinea con nuestro propósito.

Seguramente hemos tenido días en los que hemos completado una jornada laboral con la sensación de no haber hecho nada de valor. Atendimos la cascada de correos electrónicos y participamos de una interminable secuencia de reuniones y videoconferencias o realizamos tareas rutinarias del día, pero no abordamos nada que nos pusiera en camino de lo que realmente nos haga avanzar hacia nuestro propósito. Es muy fácil quedarse, patinando y atascado como un auto sobre la nieve. 

Si estamos demasiado ocupados, seguramente necesitamos una corrección de rumbo.

Lo primero que tenemos que hacer es presionar el botón de pausa y organizar nuestras vidas.

Mi recomendación es planificar e invertir en nuestro futuro, en términos de cómo gastamos nuestro tiempo. Si no hacemos un esfuerzo consciente para definir quiénes somos y para qué hacemos lo que hacemos, no podremos sacar provecho al tiempo laboral y personal. 

“Nuestro enfoque debe basarse en un por qué, no tanto en un qué

Esto requiere un pensamiento y esfuerzo diario, porque de personas que hablan de lo que quieren y que nada hacen, está lleno el mundo.

Comprometámonos a priorizar las actividades de valor y que nos encaminan hacia nuestro propósito. Algunos básicos… 

  1. Escribamos nuestras metas, con enfoque al propósito

Las metas escritas pueden recordarnos nuestro propósito cuando la vida se complica. 

  1. Evitemos actividades sin intención o propósito

Una vez que sepa lo que quiere, puede eliminar las cosas que no se ajustan a su por qué.

  1. Encaucemos hacia el progreso

Si deseamos alcanzar nuestros objetivos, deberíamos dividirlos en pasos pequeños y prácticos. 

  1. Arriesguemos, cambiemos

Todo plan es un elemento vivo, estemos preparados para cambiar dependiendo de lo que esté sucediendo en nuestra vida personal o laboral.

La incertidumbre y volatilidad de la vida moderna puede confundir nuestros esfuerzos e intenciones hasta que nos encontramos al margen de un precipicio, trabajando sin un propósito real. Normalmente sucede sin previo aviso y, antes de que nos demos cuenta, nos sentimos infelices, sin salud y cuestionando nuestro valor.