Históricamente los trabajos han sido más operativos y repetitivos, esto ha generado, a través de los años, jefes autoritarios, rituales de marcar entradas y salidas o toda clase de controles para que la gente trabaje bajo vigilancia ocho horas.

Es decir, las personas están muy poco motivadas por el tipo de trabajo. Por esta razón, había que tenerla vigilada, controlada y presionada para que trabajase.

Con esta idea, se piensa que si no nos están cuidando o controlando no estamos trabajando. 

Por eso las empresas desconfiaban del trabajo remoto, porque cómo puedes controlar a alguien que no puedes ver.

“El ojo del amo engorda al ganado”

La pandemia nos mostró que ha cambiado la forma de trabajar, pasando de menos trabajo físico hacia mayor trabajo mental.

Y cuando haces el trabajo mental, presionar a alguien para que trabaje, no hay manera de que haga un buen trabajo. Cuando se necesita concentración, creatividad o cualquier otro tipo de atributo mental, la presión hace a las personas poco productivas.

Tampoco antes de la pandemia existían herramientas para trabajar a distancia. Básicamente nos hemos percatado de que cambió el tipo de trabajo y las herramientas disponibles.

Pero lamento decirles que, con esta coyuntura de regreso a las oficinas físicas, una enorme cantidad de empresas no cambió sus paradigmas. Siguen viendo al trabajo a distancia como algo menos productivo, que se trabaja menos y las personas se distraen más. Porque las empresas siguen muy enfocadas en el control, en la presión. Y quieren obligar a las personas a volver.

Estas empresas no quisieron aprender y son retrógradas.

Mirando hacia el futuro se presenta una oportunidad descomunal, porque las empresas se dieron cuenta de que la productividad mejoró y de que la gente está más contenta en términos generales.

Pero entonces, ¿cuál es el problema real?… el tiempo de desplazamiento a las oficinas, el hacinamiento, el mal humor, los congestionamientos que en promedio hacen perder una hora y media en promedio para llegar al puesto de trabajo.

Es demasiado tiempo, son más costos un impacto social muy fuerte y ambiental porque durante la cuarentena, se movilizaban menos personas y bajó radicalmente la contaminación.

Entonces, la noticia más impactante desde mi punto de vista es que la gente no quiere volver a trabajar como antes. Y el factor más crítico es la movilidad.

La gente no es que no quiera volver a la oficina, lo que no quiere es perder hora y media de su vida, metida en un medio de transporte para ir a hacer lo mismo que hacía en casa desde la oficina. Quiere evitar ir todos los días a la oficina.

Tampoco es que todos quieran trabajar siempre desde casa. Lo que las personas quieren es un esquema flexible, donde puedan ir a veces a la oficina y a veces no.

La mitad de los días quedarse en casa y la otra ir a la oficina. Y hoy día, con las condiciones tecnológicas actuales, es perfectamente posible.

Este cambio que generó la pandemia llegó para quedarse, no deberíamos volver al trabajo diario desde una oficina. Sino un híbrido flexible.