Cada vez más la gestión de las personas se parece mucho a todas las técnicas y métodos que se desarrollaron hace tiempo para gestionar el relacionamiento con los clientes.

Cuando hablo de Gestionar Talento, no es extraño ahora compararlo con la Gestión de la Relación con los Clientes (CRM por sus siglas en inglés).

Es decir, que si la gestión de personas, como hoy en día la estamos descubriendo hubiera nacido en aquellos años, hoy no sería novedoso hablar de “cómo desarrollar una propuesta de valor para el empleado”, como se ha delineado desde hace muchos años esa propuesta para los clientes.

Y no digo esto para lamentarse, lo importante es avanzar a pasos de gigante hacia allá. Aunque aún encuentro alguna despistada organización que anda pensando hacer evaluaciones de trescientos sesenta mil grados, arriesgándose después a que ni un alma las lea. U otras por ahí, evangelizando con los modelos de competencias, en los que se les pide al jefe y a algún otro despistado, que se iluminen y que observen “objetivamente” y midan el comportamiento de las personas, para saber si han o no desarrollado alguna habilidad extraordinaria o si han mutado en algo su forma de actuar o de comportarse.

Creo que es el momento de cambiar, de aprender y de utilizar conceptos de vanguardia, que agreguen valor al capital humano y, como consecuencia, a las mismas organizaciones. O acaso, ¿el capital humano no será el elemento de mayor valor en el futuro?

Definitivamente, tiene que ser la era de la disrupción de la Gestión de las Personas (HRM por sus siglas en inglés).

La innovación en la gestión de las personas se mueve en entornos en los que nos estimulan a preocuparnos por cada uno de los empleados y por lo que son en sí: Personas; con sus particularidades, características y un variopinto listado de necesidades, de éstas con la empresa y con el exterior, con la diversidad e inclusión de que una empresa sea capaz.

De acuerdo con esto, deberíamos observar al área de personas, como los gestores de los “segmentos”, o de las “comunidades” para armonizarlo un poco más con algo que tenga un sentido de agrupación humana. Y de esta manera entender sus necesidades y ofrecerles una propuesta de valor única y diferente para cada comunidad. Esto trata asuntos como:

  • La organización como un espacio “sexy y atractivo” para las personas
  • En un lugar y entorno agradable
  • Donde convivir, comunicar, compartir, aprender y ayudar no se castigue
  • Donde cada individuo es persona y como tal, suma y nunca resta
  • Donde participar es una necesidad que nace de las personas, porque siempre se conoce el propósito y el beneficio de cada una de sus acciones, para quien y para qué.

De esta manera no es extraño hablar de que cada vez estamos más cerca de gestionar emociones. Sí leyó bien, emociones, las de las personas que conviven con uno, en el trabajo y fuera de él. La invitación es para alejarnos de la razón, de lo cerebral, de las formas utilizadas de manera estricta, de forma genérica y poco sexy. Así, nos tendríamos que ir apartando de todo lo anterior, para irnos acercando a aquello que hace que cada persona se entregue y enamore por un propósito, por un “para qué”.

Siguiendo con el ejercicio con el que comenzamos, acerca de los conceptos del CRM.

Partamos entonces del siguiente axioma: 

  1. Si las empresas se dedican a relacionarse con sus clientes para enamorarlos, y se queman la cabeza diseñando estrategias basadas en las emociones más que en la razón.
  2. Y, además las compañías hacen propuestas de valor para que sean apreciadas por los clientes y percibidas a través de los cinco sentidos y así, mantener su fidelidad y su lealtad con la marca.

Significa que:

  1. Tenemos que imaginarnos a la misma empresa, pero que ahora se debe preocupar por el relacionamiento y enamoramiento de las personas que allí trabajan.
  2. En la que atraer, retener, desarrollar talento no sea cuestión de pagar más y más, sino más bien proporcionar un gran lugar para ir, convivir y trabajar en espacios agradables, siendo consciente de que esta relación puede terminar en algún momento. Es decir, un lugar sexy en el que las personas se sientan atraídas por algo, más que por el beneficio económico, unas vacaciones o un ascenso.

Pensemos pues, de qué manera estas analogías con el mundo de la gestión de los clientes nos pueden ayudar en el campo de la gestión de las personas.

Tiene todo el sentido, entonces el avance y el desarrollo de las empresas en estos asuntos, se debe dar en pequeños y progresivos cambios, y todo esto tendrá sentido, si se centra la atención en los empleados, pero como personas, como seres humanos conviviendo en entornos de crecimiento para la vida de cada uno, y no solo en el marco de los intereses de las empresas y por beneficio solo de y para ellas.