Un número considerable de empresas que han decidido incursionar en la transformación digital lo hacen sin tener una definición clara, ni una visión de lo que se quiere lograr. Porque el significado fundamental de la transformación no se trata de reemplazar tecnologías, capturar grandes volúmenes de información, contratar a una cuadrilla de científicos de datos o imitar lo que empresas de origen digital han hecho.

Se trata de cambiar la forma en que las personas se comportan, en desarrollar nuevas habilidades y de cómo se hacen las cosas en la organización.

Es por esto, que una de las principales razones de la falta de resultados en la transformación digital y el cambio tecnológico, es la poca inversión en el desarrollo de nuevas habilidades, adaptación cultural y cambio de mentalidad.

Pero se ha evidenciado que, para muchas organizaciones, persuadir a las personas, sobre todo, a las más experimentadas o de mayor nivel jerárquico para que utilicen las nuevas herramientas tecnológicas, ha sido una experiencia bastante complicada.

Es decir, la transformación digital comienza con las personas. Esto es un recordatorio útil de que cada vez que hablamos de datos o de información, al final siempre hay personas involucradas, porque normalmente esa data es el registro de los comportamientos humanos.

Nuestro entorno y los modelos de negocio se han ido transformando drásticamente en las últimas dos décadas (con o sin tecnología), y la adaptación de las organizaciones a estos cambios no se puede lograr de la noche a la mañana si no contamos con la transformación de las personas, y como mencioné, no se alcanza simplemente comprando nuevas tecnologías o recopilando más datos. Lo que se necesita es un cambio en la mentalidad, la cultura y el talento, que incluya el desarrollo de nuevas habilidades de las personas para que estén preparadas para crear su propio futuro.

Para dejarlo claro, lo más significativo de la transformación digital no es lo “digital” sino la “transformación”.