Sin duda, uno de los grandes descubrimientos de este confinamiento, es que muchas organizaciones han podido identificar quiénes serán sus futuros líderes.

Ya se ha visto quiénes asumieron su propia responsabilidad, proactividad y compromiso. Quiénes tomaron decisiones y las ejecutaron rápidamente. Los que supieron manejar la incertidumbre y fueron capaces de asumir nuevos desafíos, con resiliencia y perseverancia.

Me pone feliz, que estos líderes emergentes han provocado la reducción de dos o tres niveles organizacionales. Porque fueron capaces de asumir la ejecución de estrategias, encarar la crisis y adaptarse. Planificando a corto y actuando.

Se demostró que hay “grasa jerárquica” que alimenta un proceso de decisiones burocrático y lento.

Se aprendió más sobre estos líderes en tres meses, que a través de los procesos anuales de gestión humana.  

No solo salen a la luz los futuros líderes, sino que también se ve el valor de desplegar eficiente y rápidamente a este talento para la ejecución de las acciones más relevantes.

En pocas palabras, las organizaciones que sean capaces de encontrar ya a sus futuros líderes y asignarlos con habilidad, podrán retomar la senda hacia el crecimiento más rápido.