Después de haber sido “víctimas forzadas” del confinamiento para trabajar desde casa, y del grato resultado positivo de lo que significó este periodo con respecto a la productividad, el hábito de ir a trabajar todos los días a una oficina se ha visto alterado. 

Una gran parte de las personas están decidiendo hablar con sus empresas, con el fin de evitar volver al cubículo a hacer lo que bien pueden lograr sin estar físicamente presentes en la oficina.

Las cifras que demuestran que se rompió un paradigma, porque al contrario de pensar en la improductividad que supone el trabajo desde casa, nos han enseñado exactamente lo inverso. Por tanto, lo más pertinente es que las empresas deban facilitar el acceso al trabajo híbrido permanente. 

La tecnología ha transformado el panorama laboral casi por completo, no hay industria que no haya experimentado una digitalización o un cambio en el modelo de negocio acelerado debido a la pandemia. 

La modificación en los hábitos que este entorno digital nos ha disparado, ha incrementado la tendencia a “exigir” el beneficio de trabajo híbrido, sumado a la propensión creciente por cambiar de empleo con más frecuencia, por parte de las personas. Lo anterior, pone de relieve la imperiosa necesidad de darle la vuelta a la forma de trabajo en la empresa.

Una de las principales consideraciones hacia las empresas, es que deben dejar de pensar en la oficina como el lugar para “ir a trabajar”, para ir a “conectarse” a encerrarse en un espacio de arquitectura tradicional, con cubículos y oficinas individuales.

Ya no es el lugar en el que se espera que pasemos turnos fijos con rígidos horarios de reuniones. Porque la mayoría de las personas que trabajan en una oficina pueden hacer el trabajo desde casa, desde un café, desde la casa de un amigo o desde un sitio de coworking. 

Todas estas personas que trabajan desde una oficina, están viendo una página en blanco. Tienen una oportunidad increíble para redefinir la manera en la que trabajan y reescribir las normas. 

Algunas ideas para que las empresas lo consideren: 

  • Instaurar el rol de nómadas digitales, aunque Zoom y otros sistemas de video llamadas no son perfectos, nos liberan de la oficina
  • Interactuar a través de herramientas sociales, opciones como Slack o Facebook Workplace para que la gente pueda interactuar
  • Crear el “comité social”, un grupo encargado de hacer que el trabajo sea más humano, cercano y divertido, eventos online y experiencias reales que la gente pueda compartir
  • Espacios de interacción comunes adaptados a circunstancias para compartir experiencias y reuniones más formales, con el objetivo de fomentar el contacto con el equipo y entre las personas de la empresa
  • Trabajar de forma híbrida con base en el tipo de actividad que se realiza (remota o en oficina), no en días establecidos por semana, esto fomenta la autogestión y responsabilidad individual
  • “Trabajar desde donde quieras por el tiempo que quieras” consiste en priorizar la calidad de producción, sin supervisar tanto el tiempo de trabajo. Cada persona es diferente y tiene sus compromisos. Lo importante es el trabajo resultante

El cambio profundo que nos deja el trabajo flexible, es que debemos realmente confiar en nuestros colegas y en las personas que laboran en la empresa. Porque somos consientes de que cuando la gente está en casa, no sabemos lo que hace en cada momento. Por eso, estos cambios en los modelos de trabajo remotos necesitan que se haya desarrollado un alto nivel de confianza.

Es importante que la empresa cambie la forma de pensar, de manera que confíen más en las personas, porque si no lo hacen, hay otros competidores que estarán encantados de darles esa confianza a su propia gente y éstas no lo dudarán ni un instante.