Pensar que nuestro destino es:

Tener un empleo en el que te paguen mensual o quincenalmente,

sentir que la seguridad te la ofrece un sitio al cual puedes ir todos los días,

sentarte a trabajar frente a un escritorio con un computador,

convivir diariamente con colegas de oficina,

ser bendecido por contar con momentos con mucha carga laboral,

con espacios de descanso dentro de la jornada,

un horario de entrada y otro de salida, una vez que se haya cumplido con todos los deberes impuestos,

días de descanso en la semana,

buscar la permanencia hasta lograr una pensión digna,

etc, etc, etc.

Creo que todo esto son rasgos que caracterizan a una persona que se encuentra en su zona de confort.

Solo quiero que recordemos que la vida laboral puede cambiar de un momento a otro, la mente se llenará de preocupaciones, al momento de que nos saquen de la “zona de confort” y no se tendrá la “cabeza fria” para pensar con cordura. Hay que movilizarse ya, antes de que sea demasiado tarde. 

¡La zona de confort nunca será un destino!