Trabajar como independiente se asemeja a un préstamo hipotecario a cuenta de un futuro incierto e inescrutable, pero con unos “intereses” colmados de emociones y satisfacciones.

Esto significa tener que recrear y “afianzar” la historia de nuestras vidas, es decir, tomar nuestras experiencias sueltas, expectativas y sueños dispersos y tejerlos como una narrativa coherente para ver con claridad el sentido de lo que hacemos.

Estos aspectos derivan en una “obligación”  que fructifican en una motivación verdadera y sostenible: porque la independencia, nos da el privilegio de dirigir nuestra propia vida.

El bienestar que obtenemos las personas que trabajamos por nuestra cuenta, se puede alcanzar de muchas maneras. Si bien por lo general no podemos tener total libertad de acción, podemos lograr beneficios en la elección de actividades, proyectos y tareas a realizar para lograrlo, o en la técnica para manejar nuestros tiempos y espacios.

El éxito como independiente es una medida de cuánto logramos realizar nuestros propios sueños y aspiraciones, no de cuán ocupados estamos. Siempre recomendaría a arriesgarse, a desplegar las velas, levar anclas y zarpar.

Ver en acción el fruto de tu trabajo como independiente y fundamentado en un propósito, impacta positivamente en tus emociones y es clave para tu bienestar.

Piensa en tus distintas ocupaciones. ¿Podrías realizarlas sin depender una empresa empleadora?

Te aseguro que cuanto mas sientas que realmente estás poniendo a prueba tu experiencia en el mercado de forma independiente, estarás escribiendo una mejor historia de tu propia vida, sin olvidar que ésta será mas apreciada, y como valor agregado, siempre será más y mejor reconocido tu trabajo. Eso me consta, no tengo duda.