El principal obstáculo para el desarrollo de las personas en las organizaciones son los jefes.

Estos jefes que reprimen la iniciativa natural de las personas y de su amor por arriesgar a hacer cosas distintas.

Mi argumento es que los jefes, aunque pregonan lo contrario, intentan eliminar el ensayo y error y, por ende, limitan la experimentación y la auto-responsabilidad, para convertirnos en simples “autómatas” que actuamos de acuerdo con mapas de la realidad preexistentes y compatibles con la de ellos.

Quizás desarrollan empleados buenos, pero autómatas, algo así como computadores, pero más lentos. Incapaces de afrontar la incertidumbre y la ambigüedad

Creo que las personas necesitamos riesgo, azar, aventura, autodescubrimiento, incertidumbre, aventuras, todas esas cosas que hacen crecer y que determinan que valga la pena sudar la camiseta por la empresa. Evitemos a estos jefes, jerárquicos, estructurados, de apariencia e ineficaces. Trajeados, pero sin criterio, que se rigen y nos guían por una agenda programada y por el despertador. Hasta sus pasatiempos se supeditan al reloj – tenis de siete a ocho.

Estos personajes eliminan de la vida laboral hasta la última gota de pasión, variabilidad y aleatoriedad.