No seguir patrones sociales puede ayudar a comprendernos más a fondo, a través de una mayor curiosidad, comprensión y aprendizaje.

Como seres humanos, frecuentemente damos por sentado de que las rutinas y los años nos dan la experiencia laboral, sin ser consientes o preocuparnos por conocer nuestras fortalezas. Navegamos en nuestro trabajo en piloto automático soliendo repetir de forma inconsciente hábitos y costumbres arraigados. Seguimos “a ciegas” las expectativas que nuestra familia, colegas, jefes y cultura organizacional tienen para nosotros. Vivimos nuestras vidas de acuerdo con el guion ordenado socialmente.

Sin conocer nuestras fortalezas a profundidad, terminamos cayendo en la trampa de hacer lo fácil, lo obvio, de seguir los patrones escritos para nosotros.

O no me van a negar que, en muchas ocasiones, sepultamos bajo tierra nuestras geniales opiniones en una reunión de trabajo, porque hay personas superiores a nosotros que tomarán las decisiones.

O también la costumbre de llamar a nuestros padres todos los días, una o dos veces, porque nos preocupa el remordimiento y sin olvidar, lo que dirán el día que los encontremos, si no los hemos llamado.

También a veces, nos resignamos a conocer profundamente a colegas más allá del ámbito laboral, o distraernos con la planificación de actividades de nuestros pasatiempos favoritos, ocupaciones en casa, tiempo con amigos, espacios con mascotas y dedicación a nuestros hijos, porque eso “no se ve bien en el trabajo”.

Por lo general, es mucho más fácil de seguir los guiones prediseñados para la vida laboral. Al hacerlo, evitamos el doloroso y áspero proceso que puede traer la incursión interna a conocernos con mayor profundidad. De esta manera, evitamos la penosa decepción que podríamos causar o incomodar a los demás, al vivir una vida más fiel a nosotros mismos. Esto es más seguro y cómodo.

Conocer nuestras verdaderas fortalezas para moldear un crecimiento profesional y personal a nuestro mejor estilo, requiere riesgo, incertidumbre e incluso sensación de incomodidad a corto plazo. Pero sin duda alguna, la recompensa es mucho mayor a largo plazo.

Si queremos revertir el camino y allanar una nueva ruta con base en nuestras fortalezas, pidamos ayuda para poder centrarnos en nuestro propio conocimiento e identificar los guiones que hemos seguido inconscientemente. Desde los ojos de un tercero puede ser más sencillo.

Porque a veces no nos damos cuenta de que crecemos tratando de “encajar” con los grupos, comunidades, colegas o personas y rara vez nos tomamos el tiempo para conocernos y cuestionar las fortalezas que nos ayudan en nuestro crecimiento personal.

Los invito a cambiar de enfoque, a reflexionar sobre nosotros mismos y a entendernos mejor, haciendo una introspección inspiradora.

Seamos como ratones de biblioteca, curiosos, investigando sobre nosotros mismos y nos daremos cuenta de que evitar auto cuestionarnos no nos evitará a seguir comportándonos como ratones corriendo en una banda sinfín. En cambio, encaminándonos hacia la auto investigación nos desarrolla una habilidad fundamental que puede ayudarnos a lograr un conocimiento más profundo de nuestras fortalezas con el tiempo.

Puede parecer obvio y, para ser justos, lo es, pero al ser honestos con nosotros mismos y evaluar qué tan buenos somos para hacer esta introspección, nos daremos cuenta rápidamente de que no tenemos todas las habilidades a nuestro favor. Miremos, cuando cometemos un error o cuando tenemos una decisión realmente difícil por delante, casi siempre seguimos los guiones que nos mantienen complacientes.

Para ayudarnos en esta introspección y a encontrar nuestras fortalezas, hay tres ayudas simples:

  1. Pidamos ayuda para impulsar nuestra propia curiosidad: solicitemos a un tercero que tenga interacción con nosotros, que nos haga preguntas poderosas. Una persona que nos pueda hacer preguntas que sean nuevas para nosotros, mientras tanto, vamos explorando qué atributos o características tenemos que nos han hecho ser quienes somos y en qué ámbitos tenemos fortalezas evidentes. Cuando alguna persona nos hace preguntas que nunca nos habíamos hecho, aprendemos a ver cosas nuevas que fomentan un sentido más profundo de curiosidad, investigación y conocimiento de nosotros mismos.
  2. Pidamos que nos hagan observaciones en función de lo que han visto o escuchado: con perspectivas objetivas, un tercero puede observar las cosas que decimos sin el sesgo que nosotros, familiares o amigos nuestros puedan tener. Lo que ve un tercero puede ayudarnos a expandir nuestras propias creencias limitantes y ayudar a hacernos preguntas que de otra manera nunca hubiéramos considerado hacer. A su vez, las respuestas que obtenemos amplían nuestro espectro para la identificación de fortalezas.
  3. Pidamos que nos pregunten “qué” en lugar de “por qué”: como personas astutas, impulsadas ​​por el ego, podemos justificar casi cualquier cosa para llegar a un por qué aparentemente válido. Sin embargo, al centrarse en las preguntas de “qué”, nos ayudará a identificar y a analizar las cosas que hacemos y que a la vez causan efectos en resultados. De esta manera evitamos confiar en nuestro propio sesgo o inconsciencia creada por los hábitos, lo que nos puede impedir ver rasgos y características que enmarcan nuestras fortalezas. Utilizando las respuestas a las preguntas de “qué”, podemos descomponer nuestras experiencias y acciones diarias en hechos, en lugar de creencias y supuestos.

Cuanto más busquemos aprender sobre nosotros mismos, más conciencia de nuestras fortalezas obtendremos y más curiosidad tendremos por aprender sobre mi propio yo. Esta curiosidad se traduce también en otras relaciones, nos da la capacidad de aprender sobre las fortalezas de las personas que nos importan, más profundamente de lo que podría haberlo hecho sin el don de la introspección.

Prefiero ser alguien consciente de lo que soy, y tomar el mando de mi desarrollo personal y profesional, con base en mis fortalezas; en lugar de que me suceda y sea conducido por un guion preestablecido o sorprendido por fuerzas externas y ajenas a mi.