Vivimos una era en la que los líderes deben reconocer que el talento no solo sostiene la organización; es la organización.

Hablamos mucho del poder de las personas, pero nos aferramos a nuestra arcaica inclinación de contratar e incentivar empleados obedientes.

Se dice que se toma en serio lo del talento como el principal activo, pero se fracasa a la hora de transformar a las organizaciones para que sean genuinamente atractivas para las personas con talento extraordinario.
Es la hora de que las empresas se conviertan en obsesos por el talento, obstinados por encontrar y desarrollar a hombres y a mujeres de primera categoría, se debe comprender que en una era en la que el valor agregado fluye desde la creatividad de un “pool de talento” diferente, energético y desobediente, se debe convertir en la base principal de la ventaja competitiva, o quizás en la única base.

Los líderes deben ser fanáticos del talento, ha llegado el momento de demostrar hasta qué punto son apasionados de este tema.

Por una parte, el talento extraordinario tiene la libertad de deambular por el mundo, de elegir las mejores empresas, de embolsarse los mejores salarios. En este sentido, las organizaciones pasarán cada vez más a un segundo plano, quien decide es la persona.

Las empresas que dominan el mercado del talento, y se conviertan en una atractiva marca empleadora les irá mejor que nunca.

Tienen que ofrecer un sitio extraordinario para trabajar, si quieren atraer, retener y sacar el máximo rendimiento al talento. Ofrecer un lugar donde no sólo se pague “lo debido” a las personas, sino que también este talento, pueda iniciar y ejecutar grandes proyectos personales. Un lugar donde puedan sumar “logros adicionales”, a su historia profesional de grandes aspiraciones, o experiencia a esa llamada marca personal.

¡Pongamos en primer lugar a las personas!, de verdad. La frase se ha deslizado en más de una conversación corporativa: “las personas son nuestro activo más importante” el problema generalmente ha sido, que se queda en simples palabras.

No quiero decir que la mayor parte de las empresas ignoren el “asunto de las personas”. Por supuesto que no lo ignoran. Pero las palabras “primer lugar” tienen un significado especial, significa que gestionar bien el “tema del personal” es el alfa y es el omega y todas las letras entre ambas.

¿Qué se busca cuando se habla de talento?, acaso ¿el más fuerte?, o ¿el de más altas calificaciones?, o quizás… ¿algo más?
Con “algo más” quiero decir, esas características de una persona que no se puede decir exactamente en qué consisten. En conversaciones con algunos líderes, llego a la conclusión de que ese “algo más” importa mucho más, que las rudimentarias estadísticas, ya sea que se esté reclutando para una multinacional o para una start up

He llegado a creer que una de las grandes pruebas de la madurez en el liderazgo, es la capacidad para manejar los intangibles. Superar la presunción de que sólo importan los números. Estoy seguro de que todos los grandes líderes estarán de acuerdo conmigo si afirmo que… mandan la actitud y el corazón. Es decir, se puede compensar un poco de lentitud, con un mucho de corazón y de actitud.