Aunque cada cual decide cuánto de sí destina en una actividad que le apasiona, en un trabajo, en la familia, en la vida social o donde sea. La intensidad varía según entusiasmo, vocación o autorrealización.

Mientras hay trabajos que retan lo que somos y que abren las puertas para que nos desafiemos al máximo, otros (la gran mayoría), ignoran, menosprecian u hacen caso omiso de la persona, haciéndola sentir que no vale nada.

No hago sino pensar cuánto de nosotros queremos aportar al trabajo. Si partiera del trabajo como el lugar de autorrealización y más allá, en el sentido estricto de la pirámide de Maslow. El trabajo como un todo, como un lugar de entrega y dedicación máxima, entonces me pregunto, ¿quién quiere malgastar todas esas horas de su tiempo que dedicamos al trabajo?

Pero me doy cuenta de que los tiempos actuales de sometimiento a la eficiencia y a los resultados, han conducido a una situación paradójica: disponemos cada vez de más recursos artificiales para aumentar la productividad y, en cambio, el trabajo suele tender a ocupar más y más tiempo personal. Es como si fuéramos incapaces de vivir mejor porque nos negamos a aprovechar adecuadamente lo que tenemos a nuestra disposición.

Se requiere de una reinvención por parte de las organizaciones, porque en la mayoría de las ocasiones se contrapone la actividad laboral, como una buena práctica. Y frecuentemente, nos intentan convencer de que podemos llegar (casi) hasta cualquier sitio que nos propongamos. Eso sí, pasando por un ejercicio de entregarse en cuerpo y alma.

Hoy día es difícil, conseguir que las personas se expresen con total plenitud y pasión en el ámbito laboral.

Yo soy de la creencia de que hay una vocación y un objetivo vital al cual destinar la existencia. Pero ¿saben qué?, no tiene que ver con el trabajo. Porque la empresa está ahí para maximizar beneficios económicos, no para maximizar nuestra felicidad y nuestra existencia, esta situación está llevando a muchas personas a la ruina personal y a la insatisfacción laboral. Por eso creo que debe emerger un nuevo modelo donde no hay actividad profesional, sino actividad vital entregada a una vocación como expresión máxima del desarrollo humano.