¿Debería guardar el efectivo o usarlo para adquirir o retener clientes para el futuro? ¿desarrollar productos nuevos? ¿debería despedir empleados o reducir los salarios?

 Puede parecer imposible encontrar una respuesta “correcta” a estas preguntas cuando nadie sabe realmente qué va a pasar.

En este entorno, la resolución de no tomar decisiones estratégicas o de actualizar pronósticos hasta que haya estabilidad, no tiene sentido.

En lugar de mantenerse en un momento inútil de no tomar decisiones, apostemos por decisiones estratégicas que tengan reversibilidad.

Cuando es difícil confiar en hacer una gran apuesta en un futuro incierto, lo mejor es buscar opciones que se puedan cambiar o revertir a un costo razonable en el futuro.

Otra alternativa es tomar decisiones de ejecución paralelas. El ejercicio de múltiples opciones mitiga el impacto de opciones que funcionen mal y protege el costo de oportunidad de elegir una opción sobre otra.

Entendiendo que ninguna opción es una predicción perfecta del futuro, siempre es mejor tomar alguna decisión, en lugar de esperar o a no hacer nada.