Pensar estratégicamente es una de las principales competencias que se debe desarrollar, no solo a nivel profesional sino también en lo personal. El saber dónde estamos, para dónde queremos ir y cómo visualizamos el futuro.”

Uno de los mayores desafíos de las personas es conocer sus propias capacidades y los recursos con los que cuenta, actuales y potenciales, que permitan la correcta reflexión sobre los caminos que debe seguir en su vida personal y profesional.

Esto hace que la mente se ponga a trabajar de forma “dual”, por una parte, se tiene en mente con claridad el objetivo personal o profesional que se quiere lograr y por la otra parte actúa el componente racional determinado por la planeación que define los pasos, etapas o procesos que deben llevarnos al resultado.

Aquí es en donde entra la necesidad de contar con un pensamiento estratégico, orientado a la coordinación de una mente creativa dentro de una perspectiva común, que les permita avanzar hacia un futuro de manera satisfactoria, enfrentando cualquier situación que se les presente. Por eso hay que prepararse y estar en condiciones de recibir constantemente desafíos, para convertirlos en acciones perfectamente articuladas.

Tener un adecuado pensamiento estratégico sigue cinco pasos naturales que deben ser sencillos para poderlos incorporar en la rutina de nuestro día a día.

1.Proyecta tu visión de futuro, incorpora valores basados en las variables de tu realidad, en tu cultura. Estos elementos deben materializarse mediante la información y la comprensión específica de quiénes somos, hacia dónde vamos y en qué situaciones podemos actuar.

2.Entiende e interpreta el entorno, esforzarte en analizar y comprender el escenario y el espacio donde desarrollas tus actividades –entorno–, para así descubrir dónde hay necesidades donde puedas generar valor y buscar de manera persistente cómo adaptar y aprovechar de forma creativa y original la mejor combinación de tus capacidades y las del entorno.

3.Moldea tus objetivos, la clave del pensamiento estratégico, es ir detectando las variaciones, turbulencias y situaciones particulares, que no tienen antecedentes; y es en ese momento donde emerge la necesidad de ingeniar un pensamiento capaz de “organizar la estrategia” de una forma adecuada, sutil y exclusiva. Los cambios permiten y obligan a recrear el pensamiento, pues este tiende a atrofiarse en los periodos de estabilidad.

4.Ejecuta acciones, la gente que tiene un pensamiento estratégico y que cuenta con un ambiente participativo y solidario, logra desarrollar mecanismos que identifican tareas específicas para lograr sus objetivos y toman las medidas necesarias para llevarlas a cabo.

Tal como algunas flores aparecen inesperadamente en un jardín, así mismo aparecen estrategias que deben ser cosechadas inmediatamente, capitalizando el pensamiento espontáneo, creativo e innovador, es decir: estratégico.

Al final, el ritual del pensamiento estratégico no es más que la transformación de ideas en una secuencia de acciones muy concretas que requieren dedicación, compromiso y, sobre todo, constancia.