Hoy las reuniones virtuales de trabajo comienzan nombrando una emoción: cómo me siento.

Así como esta conducta, hay varias condiciones humanas que cambiaron y desearía que no perdiéramos para que se mantuvieran una vez salgamos de este confinamiento.

Hemos aprendido acerca de los demás, mediante preguntas amables y sencillas, que sin mayor pretensión hacemos mientras trabajamos.

Nos hemos preocupado genuinamente por nuestra propia seguridad y la de los demás.

Se han desterrado sesgos y juicios de valor en los que nos refugiábamos detrás de nuestras apariencias. Lo veíamos tan normal y lo hacíamos por tanto tiempo, que llegamos a creer que éramos esa coraza. En la oficina dicha armadura solía ser mental, racional y egocéntrica. Hoy, en cambio veo una #TransformacionHumana que se ha generado por el largo encierro. El cambio lo percibo en nuestro vínculo con el trabajo, desde las emociones, nuestras intuiciones, desde nuestro ser.

Al “cerrar las puertas” de la empresa, no solo permitió colgar en una percha nuestras apariencias, sino que estoy seguro de que una vez vuelvan a abrir, permitirá la entrada de más humanidad, porque sé que no nos presentaremos a trabajar con solo una pequeña parte de nosotros al lugar de trabajo.