De qué manera podemos ejecutar la estrategia, si Henry Mintzberg nos dice que: “La planeación estratégica, como la conocemos, ha muerto, para darle paso a un pensamiento estratégico que es colectivo, permanente, flexible y orientado al logro”

Cuando las empresas deciden poner en marcha su estrategia, sus directivos crean planes detallados para poder lograrlo, en los cuales especifican quién debe hacer qué y cuándo, además de presupuestar los recursos necesarios para iniciar este camino y, aunque esta forma de planeación ha recibido infinidad de críticas, es y seguirá siendo, la columna vertebral para el logro de los objetivos en muchas organizaciones.

Después de invertir enormes cantidades de tiempo y energía en la formulación de una estricta planeación y en un riguroso presupuesto, siempre se atribuye el fracaso, a la falta de disciplina en las actividades que estaban dentro del plan estratégico.

Ninguna estrategia, por perfecta que esta sea, es capaz de anticipar eventos inesperados que puedan ayudar o dificultar a una empresa a alcanzar sus objetivos. Y esto ciertamente no es cuestión de disciplina. Sino atribuible a la poca habilidad de todos los empleados crear los hábitos y adaptarse a los cambios, de superar obstáculos inesperados y ver oportunidades en los imprevistos.

Desde mi punto de vista, la ejecución de la estrategia consiste en desarrollar habilidades para gestionar acciones que puedan aprovechar los cambios del entorno.

Cuando un gerente encuentra soluciones creativas a los imprevistos y plantea oportunidades, está develando el estado del arte de la ejecución. Tales ajustes y adaptaciones en tiempo real requieren de agilidad y pensamiento estratégico, lo cual representa un desafío para todas las personas.

Muy pocas personas identifican a la capacidad de adaptación como una prioridad o un posible problema en la realización de actividades estratégicas, y por eso recomiendo, que tanto las personas como las empresas, siempre están preparadas para ser capaces de re-asignar flujos de fondos, talento humano y prioridades, haciéndolo con suficiente rapidez y exactitud, para que sean eficaces en la ejecución.

Para lograr lo anterior, les dejo tres pasos que deben poner en marcha para ayudar a superar los límites de un “estricto” plan estratégico y al mismo tiempo, dar agilidad de adaptación cuando es necesaria:

1. Piensen en el cambio permanente: ser consciente de que hay situaciones cambiantes y que esto apoya el pensamiento estratégico y da un valor distinto a la estrategia.

2. Planeen siempre en función del cambio: saber que el cambio existe dentro de la estrategia, transmita a las personas y equipos de trabajo qué se espera de ellos en estas situaciones; para evitar sorpresas inesperadas.

3. Adáptese a los cambios con agilidad: lograr un buen ritmo para hacer cambios durante la ejecución, asegurándose de mantenerla siempre bien “enfocada”.

En otras palabras, la agilidad debe equilibrarse con la alineación y la ejecución estratégica.

“No son los más fuertes de la especie los que sobreviven, ni los más inteligentes, sino los que mejor responden al cambio.” Charles Darwin.