Cuántos de nosotros podemos decir con orgullo, que hemos aprovechado cada experiencia laboral para cumplir la mayoría de nuestros sueños de desarrollo profesional.

Aunque puedo afirmar que, en cada experiencia de trabajo, siempre hay una lección de la cual aprender. Sin embargo, me encuentro con muchos profesionales que no lo ven de esa manera, porque asumen su empleo como un trabajo y nada más que eso. Si, delimitado a una simple actividad laboral, “como un encargo o responsabilidad”, aquello que me da el sustento, el cual debo cumplir con lo asignado y nada más allá.

Lamentablemente, las personas que apoyan esta mentalidad suelen ser contratados y despedidos rápida y constantemente, porque creo que consideran que asumen puestos de “baja categoría” y que merecen algo mejor. 

Aunque imagino que, en el fondo, estas mismas personas pueden pensar que son inteligentes y capaces de hacer algo mejor, pero sospecho que tienen problemas de enfoque, aceptación, actitud, y de un listado interminable de contrariedades o excusas que les impiden mantenerse, motivarse y crecer, para cumplir sus sueños laborales y convertirse en los empleados modelo.

Si eres o crees que estás en una situación como la que menciono, te invito a que te cambies las gafas y veas a cada oportunidad laboral como un medio de aprendizaje. Ningún tiempo laboral es un “desperdicio”.

“Cada trabajo es una oportunidad de aprendizaje”

Partamos afirmando que las personas son capaces e inteligentes por naturaleza. Sin embargo, algunas sin darse cuenta, se mantienen sepultadas debajo de cada una de las experiencias que han ido acumulando, al ver a cada empleo, como una carga que llevan sobre los hombros, en lugar de mirar a cada experiencia laboral, como una horma que les ha ayudado para ir moldeando cada situación como un cúmulo de aprendizaje que los llevará, si son constantes, hacia lo que realmente disfrutarán ser y hacer.

Pero todo esto estará desprovisto de esperanza, si no se mantiene la sensación, actitud y la constancia por cultivarse y de convencerse de que las cosas cambiarán algún día y encontrarán su pináculo en el ámbito laboral.

Hagamos el ejercicio hoy, de conectar nuestras experiencias laborales previas como “focos de aprendizaje”. Imaginemos que en ese momento tomamos una actitud diferente frente a cada situación. Me refiero a tratar de entender y extraer de cada espacio laboral el aprendizaje, vislumbrando quizás, otro tipo de acciones o decisiones que hubiésemos tomado distintas, suponiendo que en ese momento llevábamos puestas las gafas de “acumuladores de aprendizaje y experiencia” y no las de trabajadores que cumplen con una labor diaria.

Esa actitud diferente, con una mirada distinta, puede acercarnos más rápido a convertirnos en lo que realmente soñamos ser profesionalmente. Es decir, si evitamos menospreciar los puestos de trabajo, y en su lugar, los vemos como una espacio de aprendizaje, tal vez no hubiéramos renunciado tanto o tan seguido buscando nuestro verdadero camino.

No importa dónde estemos empleados hoy, podemos usar nuestra experiencia actual para moldear nuestro futuro. Por supuesto, si realmente odiamos nuestro trabajo, busquemos algo diferente.

Pero si simplemente estás siendo oportunista, cínico, inseguro, o una combinación de los tres, es probable que tu carrera no vaya a ninguna parte.

Si hemos tenido lapsos en nuestra propia vida laboral, preguntándonos por qué deberíamos esforzarnos tanto cuando sabemos que este no es el trabajo de nuestros sueños, tratemos siempre de recordarnos a nosotros mismos que nada se desperdicia y que todo es una experiencia de aprendizaje.

Cuando aparezcan estos lapsos, rotulen un Post-it, péguelo al lado, escriba: “en este momento crítico y de duda, estoy haciendo todo lo que puedo para obtener todo el aprendizaje de mi trabajo actual, para ayudarme en mi crecimiento y cumplir mi sueño profesional”.

Nada se desperdicia, esa es la lección.