En esta ocasión los invito a enfrentar el cambio, al entender a nuestra mente y al juzgar nuestras creencias, a través de un ejemplo práctico:

Imaginemos que escogemos a una persona, al azar, de estas que hoy se denominan “altos potenciales” en las empresas, y la conducimos a una habitación frente a un nuevo robot, algo parecido a una esfera con diversos botones. Al descifrar una combinación al oprimir los botones, la persona en cuestión logra cerrar una venta sin tener que moverse del sitio.

Es una persona que por ser clasificada como “alto potencial” siempre supera sus metas de ventas, a través de las visitas que hace con sus clientes de la manera tradicional. Pero ahora la venta, la tiene que hacer a través de esta esfera dispuesta de inteligencia artificial.
El juego que va a desarrollar en la habitación es parte de un proyecto piloto, para entender la forma de afrontar nuevos conocimientos y su disposición a adoptar cambios.

En este experimento tiene la condición de que, si hace alguna combinación específica, con los botones de la esfera, ésta logrará realizar una venta y ganar un punto, sin necesidad de desplazarse a visitar clientes —alguna combinación indefinida que él o ella tendrán que averiguar— cuando lo haga, la esfera cambiará de color y aparecerá un mensaje “venta realizada”, indicando que ha logrado un punto. Digamos que el objetivo es ver cuántos puntos puede ganar en un lapso de 30 minutos. Qué sucede en esta situación, la persona se sienta y comienza a oprimir los botones de la esfera al azar hasta que cambia de color y aparece “venta realizada” para confirmar que han logrado otro punto. Lógicamente intentará repetir lo que hizo para realizar ventas y lograr más puntos.

Sin embargo, la esfera ahora no cambia de color. Así que, como es una persona muy competitiva, pero de mentalidad fija, empieza a experimentar con secuencias más complicadas —presiona tres botones tres veces, luego otro sólo una, espera cinco segundos y “venta realizada” otro punto—. Pero, eventualmente, eso deja de funcionar. Quizá no tiene que ver con los botones, pensará. Quizá tiene que ver con cómo está sentada. O con qué dedos esta tocando los botones. O quizá tiene que ver con sus pies. ¡venta realizada! Otro punto. Sí, quizás es la posición de sus pies y luego, si presiona otro botón, se levanta, salta. . . ¡venta realizada!

Cada persona en su trabajo, va averiguando la secuencia y combinación específica de conductas requeridas para lograr sus metas (puntos).

Pero ésta es la parte divertida: la esfera otorga los puntos de manera aleatoria. No hay secuencia, no hay patrón. Sólo cambia de color. Mientras la persona hace piruetas y piensa que lo que está haciendo es lo que les permite conseguir los puntos.

Cualquier parecido con la vida real aprendiendo a usar nuevas tecnologías en entornos inciertos es mera coincidencia.

Más allá de la crueldad, el objetivo de este ejercicio es demostrar qué tan fácil las personas y la mente humana es capaz de crear, creer y aferrase a modelos e ideas que la tecnología está volviendo obsoletos de manera acelerada. Y resulta que esta situación nos empuja fácilmente a rechazar cualquier cambio en nuestros modelos tradicionales.

La persona deja la habitación convencida de que él o ella logran la combinación, los puntos y que le ganaron a la esfera. Cada persona que entra no acepta ningún cambio, cree que tiene el proceso “perfecto” de secuencias con la que logran y harán sus metas siempre. Pero no se han dado cuenta de que las combinaciones que inventan son tan únicas como las personas mismas.

Nuestros cerebros son máquinas de significado. Lo que entendemos como significado se genera por las asociaciones que nuestra mente crea con conocimientos y experiencias.

Cuando presionamos un botón y la esfera cambia de color, asumimos que dicho botón causó que la esfera cambiara. Esto es el núcleo, el fundamento de lo que arraiga nuestras creencias.

Botón, color; color, botón. Nuestras mentes se mantienen zumbando de manera constante; generan más y más asociaciones para ayudarnos a entender y controlar el entorno que nos rodea.

Pero hay dos problemas. El cerebro crea sesgos y el entorno cambia constantemente. Confundimos las asociaciones y conexiones dentro de nuestra mente e ignoramos los cambios en el entorno de negocios. Cada uno de estos pensamientos, impulsos y percepciones, está compuesto de miles y miles de conexiones neuronales, disparando al unísono, iluminando tu mente con el “éxito” del conocimiento y la comprensión. Y el entorno de negocios por el “éxito” de las grandes ventas pasadas.

Confundimos lo que vemos y escuchamos. Nos arraigamos a las cosas que antes funcionaron y malinterpretamos eventos con mucha facilidad. Aunque por desgracia, una vez que creamos un significado y una práctica para nosotros mismos, nuestros cerebros están diseñados para aferrarse a ello. Estamos sesgados hacia lo conocido y a las tradiciones de los modelos de negocio, que hemos creado y no queremos soltar. Incluso si descubrimos evidencia que contradice el resultado que logramos, con frecuencia lo ignoramos y continuamos creyendo lo que queremos.

Si no actuamos e intervenimos en nuestras creencias o no reconfiguramos nuestros sesgos; la transformación digital, los nuevos modelos de negocio o innovadoras formas de trabajo, serán las que nos harán sucumbir y nos arrancarán las insignias como persona con “alto potencial” en la organización.