Afortunadamente, las nuevas generaciones se han dado cuenta de que las prácticas en la forma de gestionar personas, está caduca, muerta, desgarrada, y que es necesario cambiarla de inmediato. Y la mejor forma no es con conferencias, largos artículos o charlas magistrales, lo que se necesita es actitud, esa que día a día debe aparecer enfrentar nuevos desafíos con las personas.

Un profesional de la gestión del talento, debe saber lo que va a encontrar cuanto pretenda poner en acción las buenas prácticas en las organizaciones con las personas con quien trabajan:

· Que sepan de antemano, que deberían conocer a la perfección la misión, visión y valores de la empresa, su estrategia y estilo para poder formar parte de ella de manera genuina. Es decir, que tendrían que conocer sobre la forma de tomar las decisiones cruciales, mismas que tomará para su organización, que sepa que debe hacerse su propio espacio y, que debe asegurarse de que le escuchen aquellos a quienes ellos pueden hacer tambalear su equilibrio y comodidad en la empresa.

· Que estén en el lugar en donde deben estar, entre las personas que forman la organización. El sitio de los que gestionan personas no es la oficina, ni el último y alejado piso con grandes ventanales, al menos gran parte de su tiempo, no lo es. Su lugar está donde se hacen las cosas, donde surgen los conflictos, donde está la información, donde se desarrollan los procesos, donde nacen las relaciones.

· Que se conviertan en habilitadores y gestores de cambio, para sobrellevar, las risas y bromas que tendrán que presenciar cuando traten de implantar los nuevos métodos respecto a cómo tratar al empleado, cómo evaluarlo y retroalimentarlo, sobre los cambios necesarios en la forma de comunicarse.

· Deben asegurarse de quitarse el sobrenombre de optimistas sensibles, la pesada “etiqueta” de inexpertos, que parece cernirse cada vez que mencionan que los que hablan de talento son psicólogos y que se dedican a la gestión de las personas. Hagan aportes técnicos, procedimientos, métodos, números y hasta gráficos, de lo que un cambio en el enfoque hacia las personas y su talento en las organizaciones podría generar. Entiendan que trabajar con y para las personas en las empresas no significa dejar a un lado la profesionalidad, productividad y efectividad.

· Por último, las empresas deben saber que para poder desarrollar personas correctamente y obtener los mejores resultados, necesitan tiempo y recursos, en ese orden. Que no podrán realizar aquello para lo que se les ha llamado si su figura como gestores de talento, no es respaldada y apoyada por la Dirección, al mismo tiempo que necesitan emplear tiempo y recursos para poder conseguir los objetivos planteados. Hagan comprender a la Dirección que, si es rápido y barato, no será profesional.

Así que, en el próximo artículo o charla sobre cómo gestionar personas y talento, espero encontrarme temas sobre la caducidad del sistema actual, sobre su obsolescencia y el daño que les está haciendo. Que descubra ideas, sobre lo difícil que va a ser generar ese cambio de paradigma y mentalidad oxidada, entre la cantidad de personas que siguen aferradas a sus corbatas y zapatos negros de “Recursos Humanos”.

Así me animaría a formar parte de esta transformación tan necesaria. Porque yo sé, que valdrá la pena.