Hoy en día, la persona promedio cambia de trabajo de diez a quince veces durante su carrera. Aunque algunos datos citan números aún mayores.

Estrechamente relacionado con estas cifras de amplia movilidad, la gran demanda y escasez de personas para ciertos cargos (en el ámbito relacionado con nuevas tecnologías, digitalización y “agilismo”), y el latigazo de años recientes debido a la pandemia, en la que muchas personas han dejado sus trabajos para emprender, hacen que el aprendizaje se esté convirtiendo en un imperativo económico y de sostenibilidad personal.

También este cambio tecnológico y la digitalización están exigiendo conexiones más fuertes y continuas entre la formación y la empleabilidad.

Para poder funcionar eficazmente en un mundo que cambia rápidamente necesitamos aprender cosas nuevas. 

Podemos asegurar que quienes tienen los conocimientos y habilidades, son las personas que han logrado mantener la continuidad de los negocios durante la coyuntura pandémica, porque puedo afirmar, que no fueron las que tenían los cargos más altos ni mayores salarios.

Creo que estamos entrando en la era de la revalorización de los conocimientos y las competencias, impulsadas por la mentalidad de crecimiento, y no por el valor del cargo y la jerarquía.

La situación presente nos demanda mejorar nuestras habilidades desde cuatro posibles ámbitos.

  1. Expertos profundos. Mejorar y optimizar nuestros conocimientos y habilidades actuales, para profundizar en los saberes actuales para mantenernos vigentes y “empleables”
  2. Profesionales re-enfocados. Evolucionar o aprender cosas nuevas para adaptarnos o redirigirnos hacia sectores de mayor demanda laboral
  3. Nuevos profesionales. Desarrollar conocimientos y capacidades nuevas, debido a la eliminación de sus trabajos por la transformación digital, para poder trabajar en empleos que hoy no existen o aun empiezan a adivinarse
  4. Habilitadores transversales. Desarrollo de “habilidades inteligentes”, requeridas para adaptarse constantemente a los cambios e incertidumbre del entorno, para tener la capacidad de estar abiertos a aprender siempre lo que sea necesario

 La conclusión es que todos debemos ser aprendices para toda la vida. Porque las personas “empleables” asumirán el rol protagónico dentro de las organizaciones, entendiendo que se ha terminado la era de un trabajo y una profesión de por vida.